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martes, 26 de abril de 2011

Declaración de Río


 En abril del año pasado, en Río de Janeiro, Brasil, se efectuó un congreso mundial para la prevención y erradicación de la violencia y buscando la equidad de género.  De aquel congreso se desprende la siguiente declaración y les comparto la primera parte.


Involucrando a Hombres y Niños en la Equidad de Género
declaración de rio de janeiro
Rio de Janeiro 29 de Marzo – 3 de Abril, 2009

PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN

Venimos de ochenta países. Somos hombres y mujeres, jóvenes y adultos, representando la diversidad de culturas y lenguas del mundo, trabajando codo a codo y con respeto hacia la meta compartida de la justicia social y de género. Pertenecemos a organizaciones comunitarias, religiosas y educacionales; somos representantes de gobiernos, ONGs y de las Naciones Unidas.

Nos une nuestra fuerte indignación ante las desigualdades que todavía afectan las vidas de mujeres y niñas, y las demandas autodestructivas que imponemos a hombres y niños. Más todavía, nos reúne aquí nuestra poderosa sensación de esperanza, expectativas y el potencial de hombres y niños para cambiar, cuidar, querer, amar apasionadamente y trabajar por la justicia social y de género para todas y todos. Sabemos y afirmamos que los hombres son capaces de cuidar a sus parejas, a ellos mismos y a sus hijos e hijas.

Nos indigna la pandemia de violencia que mujeres y niñas enfrentan en manos de hombres y la relegación de las mujeres a una ciudadanía de segunda clase y la continua dominación por parte de grupos específicos de hombres en nuestras economías, la política, nuestras instituciones sociales y culturales. También sabemos que entre hombres y mujeres hay quienes sufren aun más en razón de su clase social, su religión, su idioma, sus diferencias físicas, sus ancestros y su orientación sexual. También sabemos que muchos hombres son víctimas de violencia en manos de otros hombres.

Así como reconocemos el daño que muchos hombres causan a mujeres y niñas, reconocemos también los costos que tienen para niños y hombres las formas en que nuestras sociedades han definido el poder masculino y socializan a los niños para convertirse en hombres. Muchos hombres jóvenes y niños son sacrificados en guerras y conflictos que son decididos por hombres con poder político, económico y religioso, quienes demandan conquistar y dominar a cualquier costo. Muchos
hombres se causan graves daños a sí mismos porque niegan sus propias necesidades de cuidado físico y mental o les faltan servicios de salud cuando los necesitan.

Muchos hombres sufren debido a que en nuestro mundo el poder masculino no solo se refiere al poder que ejercen los hombres sobre mujeres sino que también al dominio de algunos grupos de hombres sobre otros hombres. Demasiados hombres, así como demasiadas mujeres, viven en una pobreza extrema, son degradados y/o son forzados a realizar trabajos en condiciones peligrosas e inhumanas. Muchos hombres llevan cicatrices profundas por intentar estar a la altura de las demandas imposibles de la hombría y encuentran un consuelo terrible corriendo riesgos, en la violencia, la autodestrucción, el alcohol o las drogas. Muchos hombres son estigmatizados o castigados por el simple hecho de amar, desear o tener sexo con otros hombres.

Considerando estas realidades globales, confirmamos nuestro compromiso de terminar con las injusticias hacia mujeres y hombres, niñas y niños, ofreciéndoles los medios y oportunidades para crear un mundo mejor. Estamos aquí porque creemos que hombres y mujeres deben trabajar juntos contra la discriminación y la violencia.

También afirmamos que involucrar a hombres y niños en la promoción de cambios en la justicia de género es posible y ya está ocurriendo. ONGs, campañas y crecientemente los gobiernos están directamente involucrando a cientos de miles de hombres de todo el mundo. Escuchamos a hombres y niños asociándose con mujeres y niñas en conversaciones contra la violencia, practicando sexo seguro y apoyando los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y niñas. Vemos hombres comprometidos cuidando y nutriendo a otras/os, incluyendo a quienes asumen el desafío diario de velar por sus bebés y niños/as y otras formas de tareas de cuidado.

También afirmamos que el trabajo con hombres y niños está enraizado y honra el trabajo pionero y los avances del movimiento de mujeres y feministas. Solidarizamos con los avances y luchas por los derechos y empoderamiento de las mujeres. Trabajando en colaboración con las organizaciones de derechos de las mujeres buscamos cambiar las actitudes y prácticas de los hombres individuales y transformar el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres en las relaciones, familias, comunidades instituciones y naciones.

Más aun, reconocemos la importancia del movimiento de mujeres para las posibilidades ofrecidas a los hombres de ser seres humanos más cuidadosos y justos. En la década pasada, el trabajo diario de muchos de los 450 delegados en el Primer Simposio Global Involucrando a Hombres y Niños en el Logro de la Equidad de Género ha sido comprometer a niños y hombres en el cuestionamiento de la violencia y de versiones inequitativas de masculinidad. Este trabajo no promueve un espíritu de culpa o vergüenza colectiva. Más bien invita a hombres y niños a abrazar modelos de masculinidad más saludables y no violentos y tomar la responsabilidad de trabajar al lado de mujeres y niñas para lograr la justicia de género.

También hacemos un llamado a padres, educadoras/es, líderes comunitarios, entrenadores, a los medios de comunicación y las empresas privadas, ONGs, instituciones religiosas, gobiernos y a las Naciones unidas para movilizar las voluntades políticas y los recursos económicos necesarios para incrementar el impacto y la escala del trabajo con hombres y niños para promover la equidad de género.

La Evidencia existe

Nuevas iniciativas y programas para involucrar a hombres y niños en la justicia de género proveen un creciente cuerpo de evidencia que confirma que si es posible cambiar las prácticas y actitudes de género de los hombres. Programas y procesos efectivos han llevado a hombres y niños a comprometerse contra la violencia y con la equidad de género en sus vidas personales y en sus comunidades. Estas iniciativas no solo ayudan a deconstruir masculinidades dañinas, sino también a reconstruir masculinidades más equitativas. La investigación global demuestra que trabajar con hombres y niños puede reducir la violencia hacia mujeres y niñas y la violencia entre hombres, mejorar las relaciones, fortalecer el trabajo del movimiento de mujeres y feminista, mejorar la salud de mujeres y hombres, niñas y niños, y que es posible acelerar este cambio a través de programas bien diseñados e intervenciones a nivel de las políticas.

Recursos
Los recursos invertidos en el logro de la justicia de género deben ser incrementados. Creemos que la evidencia es clara: invertir en políticas y programas integrados que transformen las inequidades de género existentes – e involucren a mujeres, niñas, niños y hombres – son efectivos. Solicitamos a los gobiernos mayores fondos para mitigar el daño causado a hombres y mujeres por las injusticias de género, incrementando los recursos destinados a iniciativas que transformen las inequidades que se traducen en dichos daños. Involucrar a hombres y niños en actividades que se han enfocado tradicionalmente en mujeres y niñas requieren recursos adicionales sin quitar o desviar los limitados recursos existentes.

Compromisos Internacionales y de las Naciones Unidades

A través de la ONU y otros acuerdos internacionales, las naciones del mundo se comprometieron a tomar acciones para involucrar a hombres y niños en el logro de la justicia de género. Las/os diseñadores de políticas tienen la obligación de llevar a cabo estos compromisos para desarrollar, implementar, llevar a escala y evaluar políticas y programas enfocados al trabajo con hombres. Estos
compromisos confieren a las/os activistas de la sociedad civil los argumentos necesarios para exigir su rápida implementación.

Estos compromisos internacionales incluyen:
La Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (1994) que afirmó la necesidad de “promover la equidad de género en todas las esferas de la vida, incluyendo la familia, la vida comunitaria, y alentar y permitir que los hombres tomen responsabilidad por sus comportamientos sexuales y reproductivos y por sus roles familiares y sociales”
1. El Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (1995) y su revisión en el año 2000 pone una atención particular en los roles y responsabilidades de los hombres en relación a compartir responsabilidades con las mujeres en la familia, en las tareas domésticas y en las responsabilidades laborales
2. La Plataforma de Acción de Beijing (1995) que vuelve a exponer el principio de responsabilidades compartidas y afirma que los intereses de las mujeres pueden ser enfrentadas solo “en asociación con los hombres”
3. La Vigésimo Sexta Sesión Especial de la Asamblea General sobre VIH/SIDA (2001) que reconoce la necesidad de desafiar los estereotipos de género y las actitudes e inequidades de género en relación al VIH/SIDA a través de un compromiso activo de hombres y niños
4. La Comisión sobre el Estatus de las Mujeres de las Naciones Unidas, que en su sesión n° 48 en el año 2004 (y la sesión en 2008] adoptó acuerdos llamando a los gobiernos, agencias del sistema de las Naciones Unidas y tomadoras/es decisiones a alentar a los hombres a participar activamente en la eliminación de los estereotipos de género, en la prevención y tratamiento del VIH/SIDA; en la implementación de programas para capacitar a hombres en la adopción de prácticas sexuales seguras y responsables; apoyar a hombres y niños para prevenir la violencia basada en género; implementar programas en escuelas para incrementar la equidad de género; y promover la conciliación del trabajo y las responsabilidades familiares.

Para lograr cambios sociales transformadores y sustentables en torno a las inequidades de género, debemos ir mas allá de intervenciones aisladas, de corto plazo y pequeña escala y llevar todos los esfuerzos hacia acciones sistémicas, coordinadas y de gran escala. Llegó la hora para todos de cumplir estos compromisos globales existentes.

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